Cada pieza de nuestro equipo es un tesoro: es la llave a esa libertad que solo el agua y el viento nos dan. Pero, che… ¿lo estamos cuidando como se merece? El desgaste es inevitable, pero podemos ralentizarlo y maximizar cada peso invertido.
Tu equipo no solo te permite navegar, sino que también es tu seguridad. ¡Prestale atención!
Acá te tiro 4 consejos clave para que tu material rinda más y dure más temporadas.
1. Ritual Sagrado: ¡A ENDULZAR TODO!
No es un capricho, es una necesidad. La sal y la arena son el enemigo número uno. Actúan como una lija microscópica y corroen todo lo que tocan.
Kite y Arnés: Después de cada sesión, dale una buena manguereada con agua dulce. Prestá especial atención a las poleas, bridas, costuras del kite y partes metálicas del arnés. ¡Ahí es donde el óxido hace fiesta!
Líneas y Barra: Sumergí la barra completa en un balde con agua dulce y desenrollá un poco las líneas bajo el chorro de la canilla. Esto saca los cristales de sal que las resecan y debilitan.
Tabla: Un enjuague rápido para sacar la arena de los pads y las quillas es suficiente para evitar que se rayen y se deterioren.
El tip pro: ¡No uses agua a presión! Un chorro suave es más que suficiente.
2. El Sol: Amigo en el Agua, Enemigo en la Arena
Amamos el sol para navegar, pero los rayos UV son destructores silenciosos para nuestro equipo. La tela del kite pierde color, se vuelve quebradiza y pierde resistencia.
La regla de oro: ¿Terminaste la sesión? Desinflá, secá (a la sombra idealmente) y a la mochila. Dejar el kite inflado por horas en la playa mientras tomás mate es acortarle la vida útil de manera drástica. ¡Pensalo como la piel: sin protección, se quema!
3. Guardado Inteligente: Cero Humedad, Cero Sorpresas
Guardar el equipo húmedo es pedir a gritos que aparezcan hongos y mal olor, debilitando las telas y costuras.
Kite 100% SECO: Asegurate de que esté completamente seco antes de guardarlo en su mochila. Si llegaste tarde a casa, dejalo ventilando en un lugar seco y a la sombra (el living de casa es un clásico).
Plegado, no Compresión: Al doblarlo, hacelo sin forzarlo demasiado. Evitá hacer siempre los mismos pliegues para no marcar la tela. ¡No lo pises para que entre en la mochila!
Líneas sin Tensión: Enrollalas en la barra de forma ordenada, sin nudos ni torsiones. Una línea enredada puede generar puntos de fricción y desgaste prematuro.
4. El Chequeo de Piloto: ¡Prevenir es Navegar!
Antes de cada metida al agua, tomate 2 minutos para una inspección visual. Es como el chequeo pre-vuelo de un avión.
Líneas: Buscá deshilachados, nudos pequeños o cualquier signo de desgaste, sobre todo cerca de los pigtails (los extremos).
Kite: Revisá el borde de ataque y el canopy en busca de microagujeros o rasgaduras. ¡Un pequeño parche a tiempo te salva de una explosión en el agua!
Arnés y Barra: Chequeá que el sistema de seguridad funcione perfecto, que las cinchas no estén gastadas y que el cabo de chicken loop no esté a punto de cortarse.
Cuidar tu equipo no es una tarea, es parte de la cultura kiter. Es respetar la inversión que hiciste y, sobre todo, garantizar tu seguridad, rendimiento y más sesiones inolvidables.