Psicología y el deporte por Juan Cruz BognyBarry

Los beneficios de hacer un deporte y de la actividad física en sí, tanto a nivel físico como psicológico, son múltiples y más que fundamentados hoy y validados por el saber científico. Nuestro cuerpo está diseñado para el movimiento. Desde poder nivelar los azúcares en sangre, el músculo funciona como un órgano que al estar en movimiento combustiona los niveles de azúcares, llegando a un equilibrio óptimo en nuestro metabolismo a través del movimiento, de la actividad física.

 

En la parte psicológica activa la producción de neurotransmisores vinculados con el bienestar y la activación de distintos centros cerebrales que se ven favorecidos por la actividad física. Por ejemplo, investigaciones actuales hablan de que la actividad física sostenida y recurrente en edad adulta fortalecería estructuras como el hipotálamo, vinculados con la prevención de las demencias y el Alzheimer, desarrollando una vida activa en el deporte. Después también tenemos todos los beneficios sociales que implica el deporte.

 

Desde las primeras socializaciones de los niños en el deporte encuentran un marco en el cual poder empezar a incorporar reglas y respetarlas y poder jugar dentro de las reglas y no jugar fuera de las reglas. Podemos hablar también de un fortalecimiento de la autoestima al entrar en mejor relación con uno mismo en torno a vincularse con lo que uno puede, con el desafío, con esa búsqueda que tienen muchos atletas deportistas de intentar ser un poquito mejor que uno mismo, al otro día. Cada día renovar ese desafío de ser un poquito mejor que nosotros mismos. Creo que todo esto son ventajas vinculadas al deporte y podríamos seguir. Pero bueno, ya vas a escribir bastante.

 

 

Las emociones son un capítulo fundamental de la psicología del deporte ya que, intervienen e influyen directamente sobre nuestras capacidades físicas y de coordinación psicomotriz y en la ejecución deportiva, ¿no? La emoción está vinculada a nuestro estado físico y mental. No solo es un estado mental, sino que también físico. Una emoción muy intensa y que no logro yo gestionarla correctamente me va a provocar efectos sobre mi ejecución física generalmente disfuncionales. El claro ejemplo que doy siempre en esto, y creo que es bastante útil, si yo tengo que caminar sobre un tablón de obra, de andamio, de más o menos 30 centímetros de ancho por 3 metros de largo, apoyado sobre el piso, seguramente lo puedo hacer tranquilamente. Ahora, ese mismo tablón lo coloco sobre un andamio a 6 metros de altura, sin ninguna baranda de sujeción a los costados. La misma tarea de caminar sobre ese tablón, si bien físicamente es la misma, atravesada por la emoción del miedo, la conciencia de que si me caigo me mato, realmente afecta mi coordinación motora.

 

Entonces, creo que ahí se demuestra bien claro como una emoción atraviesa e interviene en mis capacidades de coordinación física sensomotriz. Y así miles de ejemplos podemos hablar, como en el fútbol, cuando un equipo se agranda simultáneamente el otro se achica y pareciera que cada vez se potencia y a un jugador experimentado con años de fútbol profesional, de repente no maneja una emoción y no le sale ninguna de las que siempre le sale. Así que yo creo que en la buena gestión emocional tenemos la gran clave de la intervención psicológica en el deporte.

 

 

En cuanto a cómo evitar que el deporte sea, digamos, una variable disfuncional para nuestro estado psicológico, creo que entender que como la ejecución del deporte requiere una preparación física, también requiere una preparación mental, que en, digamos, las mejores de las circunstancias puede ser acompañada y supervisada por un profesional que de alguna manera tenga los recursos para acompañar y guiar el desarrollo psicológico de este deportista, atendiendo a habilidades como la tolerancia a la frustración, la resistencia, la resiliencia y teniendo en la escena deportiva la oportunidad para poder trabajarla. Creo en eso, en una buena comunicación entre el deportista y el atleta, en una buena contención y acompañamiento familiar, logrando que el deporte no sea lo único que uno esté haciendo, sino que sea un eje más en el que uno se está desarrollando. Son medidas, digamos, de psicoprofilaxis que van a ayudar al crecimiento integral y al desarrollo óptimo del deportista.

 

 

La motivación se puede trabajar, entrenar y de alguna manera fortalecer a través de un trabajo consciente y determinado para eso. Una primera medida para trabajar la motivación es establecer metas bien claras, metas que tengan esta doble característica de ser desafiantes y a la vez alcanzables, para que sirvan como un norte en la brújula del deportista, que es un norte que pretende alcanzar en un determinado plazo de tiempo. Tener metas claras ayuda a tener una motivación más clara. Motivación significa, de alguna manera, moverse hacia. Por eso, si yo establezco claro hacia dónde pretendo mover, la motivación se va a ver fortalecida.

 

 

Después, también se trabaja en fortalecimientos motivacionales con el clásico sistema de premios y castigos. Más vale que los premios motivan y que la intención de evitar castigos o pérdidas también pueda resultar en una motivación. El trabajo es particular y específico, creo, con cada persona, con cada deportista, encontrando cuáles son sus fuentes motivacionales particulares y planificando un sistema para trabajar sobre esas fuentes motivacionales y mantener un nivel motivacional alto. Más vale que no se puede lograr una permanencia en eso. Hay momentos en donde el entrenamiento y la práctica deportiva debe sostenerse más por disciplina que por motivación.

 

 

Las prácticas complementarias recomendables desde la psicología, obvio que el acondicionamiento físico, el trabajo sobre flexibilidad, más vale que van a ser prácticas complementarias recomendables para la mayoría de las disciplinas deportivas, pero particularmente yo hablaría del yoga, la meditación o el mindfulness. Sí, por mi experiencia, que ya no es tan corta, iba sumando varios años y con la oportunidad y el privilegio de haber escuchado a muchísimos deportistas, creo que la práctica complementaria por la que más me inclinaría sería por el yoga o la meditación o algo que facilite el estado de presencia en el aquí y ahora como mejor estrategia para suspender durante la ejecución deportiva a esa mente viajera, así lo llamaba Jokovic, a esa particularidad de nuestra mente, de ir de lo que pasó a lo que va a pasar y ahí saltearse lo que está pasando ahora, que es una grave desconcentración en los deportistas que suele suceder.

 

Lic. en Psicología

Especialista en Psicología aplicada al deporte y la actividad física

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